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El ejercicio puede igualar el efecto de la medicación en la reducción de la mortalidad asociada con enfermedades cardiovasculares y diabetes

Fecha: 10/12/2013

Fuentes: Mike Mitka. JAMA. 2013;310(19):2026-2027. doi:10.1001/jama.2013.281450

Actualidad

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Un reciente estudio sugiere que actualmente los investigadores podrían estar centrándose demasiado en las intervenciones farmacológicas y restando importancia o incluso ignorando los beneficios del ejercicio físico para la salud.

El estudio meta-epidemiológico publicado recientemente por la revista British Medical Journal (BMJ), indica que las intervenciones que incluyen ejercicio físico y/o medicación pueden proporcionar beneficios similares en la reducción de la enfermedad cardiaca y la diabetes. Así mismo, el ejercicio es más efectivo que el tratamiento farmacológico en los pacientes que se recuperan de un infarto, y que en cambio, los diuréticos, fueron más efectivos que el ejercicio en el tratamiento de la insuficiencia cardíaca. Los resultados se basan en los datos obtenidos de 4 meta-análisis relacionados con el ejercicio y 12 meta-analisis relacionados con los medicamentos, junto con 3 estudios de intervención basados en el ejercicio. Estos meta-análisis incluyeron 305 estudios controlados de forma aleatoria, en los cuales participaron un total de 339.274 personas. De estos estudios, sólo 57, que representaban 14.716 participantes incluían ejercicio. Uno de los autores, Huseyin Naci, especialista en economía y política farmacéutica de la London School of Economics and Political Science (Inglaterra), y otro investigador perteneciente a la Universidad de Harvard (Estados Unidos) comentaron que la falta de estudios rigurosos que implican comparaciones entre el ejercicio físico y la toma de medicamentos, les obligó a centrarse tan sólo en 4 patologías. "Estudiamos estas patologías porque eran las únicas con estudios que permitían comparar el efecto del ejercicio y la toma de medicación en relación a la mortalidad".

La rehabilitación cardiaca basada en el ejercicio fue típicamente un componente del cuidado de los pacientes con enfermedades coronarias. De la misma manera, la actividad física fue un componente de las intervenciones de modificación de estilos de vida multifactoriales para prevenir la diabetes en pacientes con intolerancia a la glucosa y niveles anormal de glucosa en ayunas. Los pacientes con infarto cerebrovascular, participaron en una mezcla de entrenamiento cardiovascular y de fortalecimiento muscular, con el fin de disminuir el riesgo de una mayor discapacidad, dependencia y mortalidad. Y por último, los pacientes con insuficiencia cardíaca crónica realizaron un entrenamiento aeróbico y de resistencia.

Para las enfermedades coronarias, los investigadores encontraron que las estatinas, los β -bloqueantes, los inhibidores de la enzima conversora de angiotensina (ACE) y el andantiplate, redujeron el riesgo de mortalidad a un nivel similar al de las intervenciones basadas en ejercicio físico. En cambio, ni los inhibidores de la α - glucosidasa, ni las tiazolidinedionas, ni los inhibidores de la ECA, ni las glinidas, fueron claramente eficaces en la reducción del riesgo de mortalidad en pacientes con prediabetes. Por otro lado, el ejercicio fue significativamente más eficaz que en los controles (sin intervención, la atención habitualm una intervención sin ejercicio), en cuanto a la reducción del riesgo de mortalidad entre los pacientes con infarto, y superó al consumo de anticoagulantes y antiplaquetarios a la hora de reducir el riesgo de otro infarto cerebrovascular. En cambio, respecto a la insuficiencia cardíaca, los diuréticos fueron más efectivos que el ejercicio, que los inhibidores de la ECA, o que los bloqueadores de los receptores de angiotensina.

El profesor Naci comenta que esperaba que el estudio pueda permitir llegar más lejos, a través de una investigación más rigurosa en cuanto a la valoración del ejercicio como una opción de tratamiento. "Desde hace algún tiempo los investigadores han cuestionado la eficacia comparativa de los medicamentos, y hay cierta evidencia del beneficio del ejercicio y de los medicamentos, por sí solos, pero en cambio hay pocos estudios, si los hay, que comparan el ejercicio con la medicación", "Y la única evidencia existente es casi en su totalidad de carácter indirecto. Esto comporta algunas limitaciones a nuestras conclusiones, sin embargo, el beneficio en la mortalidad parece ser bastante similar".

Christopher M. O'Connor, MD, jefe de la división de cardiología y director del Centro de Cardiología de la Universidad de Duke, en Carolina del Norte, dijo que el estudio debería impulsar a los investigadores a incluir el ejercicio físico en el diseño de ensayos clínicos, y no sólo utilizarlo para la recuperación de enfermedades cardiovasculares. "En el campo de la investigación, nosotros deberíamos considerar realmente para algunas enfermedades, una estrategia de comparación de las terapias realizadas con medicamentos y con ejercicio físico", dijo O'Connor. "Hay una gran cantidad de desafíos, pero se pueden diseñar pruebas clínicas con 3 ramas: la atención primaria, la práctica de ejercicio, y después, la medicación. Estamos diseñando este tipo de pruebas para pacientes con cáncer que reciben terapias que reducen la actividad cardíaca. En la parte clínica, O'Connor advirtió a los médicos de sobre interpretar los datos. "No creo que los médicos digan lo suficiente que se debe hacer ejercicio y si lo hacen, el paciente no debe tomar sus estatinas", dice O'Connor. "Por otro lado, para los enfermos que pueden estar en el límite en cuanto a la prescripción de un medicamento, hay pruebas suficientes en este estudio que demuestran que el ejercicio tiene beneficios evidentes, por lo que pensamos que deben ser considerados como parte de las recomendaciones terapéuticas para el paciente".

Para Lori Mosca, catedrático de medicina de la de la Universidad de Medicina de Columbia/Columbia y director del departamento de cardiología preventiva del Hospital Presbiteriano de New York (Estados Unidos) el estudio refuerza el valor del estilo de vida en la prevención de enfermedades, pero por diversas razones, algunos médicos se han centrado más en la prescripción de medicamentos, que en los cambios del estilo de vida de sus pacientes: "Creo que debido a que hay una mayor cantidad de datos procedentes de ensayos clínicos aleatorios controlados con medicamentos, existe una tendencia mayor entre los médicos de usar éstos en vez de otras alternativas", dijo Mosca. "Otro problema es que no disponemos de suficientes investigaciones para mostrar cómo los pacientes pueden llegar a lograr estas modificaciones en su estilo de vida". Mosca destacó el escaso número de estudios y de individuos asignados al azar en la realización de ejercicio físico en el meta-análisis de Naci y Ioannidis e instó a la comunidad investigadora a solucionar este problema. Debido a que es muy difícil de conseguir que las personas adopten y adhieran nuevos estilos de vida, los investigadores han tendido a evitar este desafío a la hora de llevar a cabo sus estudios "que nos dan los mejores resultados a la inversión que se realiza", dijo. "Tenemos que hacer un esfuerzo conjunto para diseñar los futuros estudios de intervención farmacológica para incluir comparaciones con intervenciones en el estilo de vida -y no sólo con el ejercicio, sino también con la dieta, dejar de fumar y con las influencias psicosociales.

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